Recordando aquellos viajes al Salinitas, hoy Decameron. Recuerdo el pase obligado a La Salud a comer sorbete.
Un calor infernal, el agua del oceano que se estanca despues de la "reventazon" tan caliente como un Jacuzzi, sin mentir.
El sopor es tal que los bares son como oasis en medio del desierto, y no aprendo, que hay que traer los vasos grandes.
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